jueves, 23 de mayo de 2013




Conversación susurrada entre Poncio “el santurrón” Y el soldado redivivo que exige manumisión.
por Carlos Rodón.

Ilustración, Carlos Rodón



La guerra es de esos asuntos de los que no suelto prenda.
Si por suerte sobrevives, entonces, mejor callar.
Por mor de no despertar fantasmas de la contienda.
Aunque a veces sin más causa los tengas que soportar.

¿Dónde está el honor ganado?
¿Dónde yaz la gloria aquella?
¿Dónde quedó la victoria?
¿Dónde guardé la botella?

Detén este desconsuelo que en mi alma has horadado.
Entiende que así ha de ser el castigo de un malvado
¿Castigo, por qué, por Dios?
Por haberme asesinado
Por dejar mi cuerpo inerte en aquél lecho embarrado

Habitas entre las sombras, sin conseguir comprender.
Que a ello me vi obligado, sin encontrar más salida.
Eras mi amigo, mi hermano, pero tuve que escoger…
“…Y así salvaste la vida
Y así la vida salvé.

No interrumpas sombra impía, detén ese verbo infecto…
“…Vida que no mereciste, vida que me pertenece
Vida que vives por mí, desde aquél martes y trece
De saber que volverías otro hubiera sido el cuento…
La guerra ya terminó, has de ausentarte de aquí.
Marcha, libérate al fin y déjame en mi agonía.
“¿Agonía dices, necio? Para agonía la mía
Que he de seguir a tu lado hasta que acaben tus días
Viendo como comes, gozas, bebes, ríes y porfías
De una suerte maldecida…
De una suerte que era mía

Calla bellaco, te digo, cierra esa boca de arpía.
Échale otro tronco al fuego, que la noche quedó fría

Maldito fantasma infiel, maldigo tu ser cien veces.
Al menos bribón no puedes arrebatarme la vida.
Ni beber de mi botella, ni comer de mi comida.


Tú ríe, maldito, ríe. Que cuando llegue el momento
Y en singular travesía arrebataré el calor
Que en tu interior es sustento
Arrastrándote al rincón más frío del firmamento

No tendrás tal ocasión pues estoy en el intento.
De conseguir que te marches rezando a Dios en silencio.
Tu Dios nada puede aquí, tu bajeza es mi alimento
Y por mucho que le reces, no escuchará tu lamento

Abre pues la puerta ahora, han llegado las rameras
Estaré ligado a ti cuando retoces con ellas
Nunca has de liberar mi soplo de tu pescuezo
Fornicaré con tu pene y gozaré con tu aliento

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