jueves, 21 de febrero de 2013

CITADEL (2)

CITADEL
Juan Vicente Briega González


   En esta ocasión he de decir que estoy completamente de acuerdo con Jesús Martí, hasta tal punto que he estado muy cerca de coger su crítica y copiarla aquí, pues además de estar muy bien redactada, llega hasta un nivel de detalle espectacular, estableciendo relaciones con otras obras. Un análisis profundo y único que os invita a disfrutar de este magnífico film.


   - Ehhhh, oiga. ¿Quién es usted? ¿Qué hace en el ordenador de Juan Vicente?
   - Yo... ummmmhhhh... nada, no hago nada.
   - ¡Cómo que no hace! Le he visto tecleando en el ordenador. ¿Qué estaba haciendo?
   - ¿Y quién es usted para decirme a mí nada?
   - Soy coordinador de la revista. Tengo todo el derecho de decirle lo que me plazca cuando me plazca mientras que esté usted aquí. ¿Quién es usted?
   - Me llamo Mariano Ra...
   - ¡Da igual! ¿Dónde está Juan Vicente? ¿Qué ha hecho con él?
   - No sé quién es ese tipo...
   - Hace dos minutos estaba ahí sentado, escribiendo su crítica de cine, y ahora está usted. La única forma de salir de este cuarto es pasar por delante de mi mesa, y él no ha salido. ¿Qué ha hecho con él? Respóndame o me veré obligado a llamar a la policía.
   - Ehhhh tranquilo. Yo no he hecho nada. No sé de qué diablos me está hablando.
   - Ahhhhhhh... tiene sangre en las manos. ¿Qué ha hecho con Juan Vicente?
   - ¿Esto? Me he cortado. Le aseguro que no he hecho nada.
   - ¡Quieto ahí! No se mueve. Tendrá que rendir cuentas a la policia.
   - ¡No sea pesado! Me iré por donde he venido. No trate de impedírmelo si no quiere sufrir ningún daño. En cuanto a ese tal... Juan Vicente o cómo demonios se llame, veremos si le vuelve a ver por aquí. Quizás sí, quizás no. Lance usted una moneda al aire. Si sale cara quizás le vuelva a ver, si sale cruz, jamás volverá a verlo. Ya sabe que la suerte es muy caprichosa, tanto como el destino. Adios.
   - Espere. No se mueva...
   - Ya lo ha oido. Lance una moneda, déjeme en paz y déjese en paz.

   Eso hice. Tiré una moneda y salió cara. Súbitamente, Juan Vicente surgió de la oscuridad más profunda. Como si nada hubiera ocurrido, leyó lo que el extraño individuo había escrito, lo borró todo y comenzó a escribir su crónica. Después se marchó sin decir palabra hasta el día siguiente.


  Cuando este mes Jesús Martí me propuso hacer la crítica de Citadel, del debutante Ciaran Foy, me sorprendió porque a penas había oído hablar de ella salvo en la web del Festival de Sitges, y me resultaba un poco extraña. Y ahora que la he visto me he encontrado con un film ejemplar, una película, que con sus cositas (lo que tienen las óperas primas, querer meterlo todo) ha realizado una película entretenida, cercana y de terror urbano muy bien realizado.
   Cuando uno se decide a hacer un film de este tipo, con los miedos y las fobias como principal protagonista, con traumas del pasado y con criaturas extrañas, corre el riesgo de quedarse en nada y que uno de esos puntos haga que el resto desluzca, pero en este caso todo el conjunto la hace grande. El protagonista, un chico atormentado por la muerte de su esposa a manos de unos "adolescentes" encapuchados y su camino a superar los miedos que le han provocado esos actos, son el principal argumento del film que se apodera del espectador con lentitud y una tensión que va en un crescendo en el que el personaje, acompañado de unos secundarios un tanto estereotipados, realiza un viaje tanto interior como exterior hacia la luz. Nunca mejor expresado con ese plano final al salir del edificio entre los encapuchados,  que nos enseña que la valentía puede hacernos superar todos los miedos.
   Un mensaje muy bonito y muy expresado, un tanto infantil para mi gusto pero bien llevado en ese tono de film setentero británico de barrios marginales y personajes desorientados que tan bien funcionan con argumentos, a ratos tan tensos y terroríficos, como este. Estamos frente a un film de género que huele a sesión golfa de videoclub, una película tensa que, sin mostrar prácticamente nada, y de un modo muy sutil, se mete dentro de ti y te hace sentir como el protagonista.

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