martes, 8 de enero de 2013

Querida Nora

QUERIDA NORA
Francisco Valverde (Valverdikon)


Querida Nora  

Hace poco, como siempre a principios de mes, te escribí una breve nota. Pese al breve lapso de tiempo transcurrido, la verdad es que no recuerdo siquiera el tema general de la misma, pues desde ese momento han sucedido tantas cosas, que he estado volcado completamente en la resolución de esos asuntos. Sin embargo, no dudes que mi cabeza, y sobre todo mi corazón, te han tenido muy presente, con tanta intensidad que solo el decoro y el pudor pueden impedirme plasmar con palabras todo lo que siento por ti. Solo pronunciar tu nombre provoca en mí una oleada de pasión tan honda, que siento como si se resquebrajaran todos los cimientos que componen mi persona, cimientos que creía profundamente arraigados antes de conocerte. ¡Al diablo con esos estúpidos cimientos!
Mi corazón corre desbocado cada vez que el cartero deja la correspondencia semanal, y se parte en millones de pequeños e irregulares fragmentos cuando descubro que ninguna de las cartas es tuya. Te juro por Dios, que la desazón que esto me produce dura varios días, durante los cuales permanezco postrado en cama, sin apenas comer ni dormir. Solo la esperanza de que en la siguiente remesa llegue esa tan ansiada respuesta me mantiene con vida, eso y pensar en ti. Ya ves que, pese a que ninguna de mis misivas ha tenido respuesta, aun permanezco firme en el amor que te profeso, pues sé que en el fondo de tu corazón, tú sientes lo mismo por mí, y ruego a Dios que un rayo de su luz celestial te permita verlo. Muchas veces he pensado que esa ausencia no es tal, sino que mis padres alteran la correspondencia con el fin de cercenar mi amor, sin darse cuenta de la profundidad que alcanzan sus raíces.
Cuando al pasear por las calles, o en la universidad, escucho pronunciar tu nombre en boca de otro hombre, una oleada de celos me golpea con tal ferocidad que siento la necesidad de matar con mis propias manos al desgraciado que ha osado manchar tu sagrado nombre con su sucia saliva. Solo una gran dosis de autocontrol impedía que la cosa pasara a mayores, un autocontrol que ha ido menguando hasta desaparecer absolutamente. Da igual que no se refieran a tu persona, tu nombre fue creado para ser pronunciado solo por mis labios.
Si bien en mis notas anteriores te he hablado de mis sentimientos por ti, nunca había hablado tan abiertamente de ellos contigo, razón por la que supongo que estarás un tanto estupefacta. Sí Nora, sí, te amo, te quiero desde lo más profundo de mi ser. Si mi alma ha de arder en el más profundo de los infiernos y sufrir las penurias más terribles para purgar sus culpas, ¡así sea con tal de que estemos juntos!
Quiero casarme contigo sea ante Dios o ante Belcebú, quiero tenerte junto a mí o sé que enloqueceré si no estoy ya loco. Dios sabe que he enloquecido de amor por ti. Cuando hablé a mis progenitores sobre nuestro matrimonio, no he de negarte que se opusieron con rotundidad, amenazándome incluso con desheredarme. Como si me importara lo más mínimo el oro. ¿Qué es el oro comparado con tu amor? Ya sabes que ambos proceden de antiguos linajes dinásticos, razón por la que le dan mucha importancia a la sangre. Es una tradición familiar el unirse sin amor, enlazarse por imposición paterna con sangre de igual o superior pureza buscando prolíficas alianzas.
No debes preocuparte por su negativa. De nada vale ya. Yo procedo de la suma de esos dos antiguos linajes. Por mis venas corre la sangre de los antiguos señores feudales de estas tierras, la sangre noble que fue derramada en múltiples batallas, la sangre que quiere fundirse con la tuya en una unión perfecta, la misma con la que ahora compongo esta mi declaración de amor, la sangre derramada de mis padres. Ahora que estoy frente a sus cadáveres, me doy cuenta de lo delicada y efímera que es la vida. ¿De qué sirve el abolengo cuando uno muere? ¿Dónde queda el verdadero amor en ese estado? Nada, bien digo nada, se puede interponer ante el amor en vida, pues solo en vida se pueden disfrutar de las venturas que este trae.
No temas, nunca podría hacerte daño, al menos mientras mantenga la cordura. No pienses que ya he perdido la cabeza. He meditado mucho este cruel acto antes de llevarlo a cabo, y solo lo he culminado cuando he creído que no había otra salida posible. Volvería a hacerlo una y mil veces. Sé que
lo que he hecho es algo terrible, pero sé que podrás y sabrás perdonarme por ello. Esta es la más profunda demostración de mi amor por ti, de que estoy dispuesto a todo con tal de pasar el resto de mis días contigo, y de que nada podrá interponerse entre los dos.
Si me aceptas como tu prometido, seré el hombre más dichoso sobre la faz de la tierra. Si me rechazas, mi vida no tendrá sentido, pero eso carecerá de importancia pues caeré en la más honda de las locuras, la más profunda y oscura, un pozo del que nunca podré escapar. Temo que en ese caso se desataría la bestia que hay dentro de mí. Ella podría hacerte daño.
Lo he dispuesto todo para que no sufras ningún mal. No podría perdonármelo. Junto a esta carta encontrarás una pequeña llave. Es el duplicado de la que yo poseo, la que abre el candado con el que me encadenaré a la cama. Dejaré la llave de la puerta principal bajo el felpudo. Voy a despedir a toda la servidumbre con la excusa de que en breve abandonaré el país. De esta forma, no podrán intervenir en mi destino, fatídico o feliz, elección que solo te pertenece a ti. Mi último encargo para ellos será el envío de esta carta. Antes de encadenarme y arrojar la llave lejos de mi alcance, me amordazaré con el pañuelo que mis queridos padres se intercambiaron el día de su enlace. Si tuviera una prenda tuya, no dudes que la emplearía en su lugar como hacían los campeones en las justas medievales. De esta forma nadie podrá escuchar mis gritos.
Aquí quedaré. Solo, pero contento, pues sé que mi amor por ti es correspondido, y que cuando leas estas líneas, partirás sin demora en pos mía, mi princesa y campeona, me liberarás y nos fundiremos en un abrazo del que ya nadie podrá liberarme jamás.
Es mi declaración, mi juramento de sangre, con mi sangre y la de mis ancestros.

Thomas, que te anhela con locura.

2 comentarios:

  1. Joer con el Thomas, vive sin vivir en sí. Me ha gustado ese guiño al romanticismo victoriano. Y a esas almas que por amor son capaces de todo. Ya que creo que el amor es el más poderoso motor, capaz de lo más hermoso y muy capaz de lo más horrendo.

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  2. El Thomas está obsesionado no, lo siguiente. Lo de los padres me ha parecido brutal, y el como restriega al personal que es de alto linaje! el bribón. Muy bueno señor, superándose!

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